Los miedos son universales (todo el mundo los presenta), instintivos e innatos, como pueden ser el miedo a los ruidos fuertes, a caer al vacío, etc.
Durante los dos primeros años de vida los temores van aumentando. El niño puede explorar su entorno teniendo más probabilidades de encontrarse con situaciones peligrosas, desde las caídas sin importancia, sufrir sustos de personas extrañas, percances con animales como los perros y no digamos con coches que circulan peligrosamente a escasos metros de nuestros pequeños/as.
En el momento que empiezan a poder comunicarse con el habla, el desarrollo cognitivo cambia, así como la naturaleza de los miedos. Se pasa de los miedos a daños físicos a miedos de carácter social.
Los niños más pequeños tienen miedos a seres imaginarios, ruidos fuertes, al daño físico, a la oscuridad, a la separación de los padres, a la escuela, animales,...
El miedo se convierte en fobia infantil cuando el comportamiento no resulta apropiado a la situación:
1. Se evita el contacto de forma reiterada con el estimulo temido.
2. Es irracional.
3. Está fuera del control voluntario.
4. Es intensamente desproporcionada la respuesta de miedo.
5. No corresponde a la edad o estadio evolutivo.
6. Dura largos período de tiempo.
Lo más eficaz es mantener una actitud de serenidad y firmeza, evitando tanto sobreproteger como abandonar a los niños ante sus miedos ya que en cualquiera de los dos extremos lo más probable es que los miedos aumenten.
-Es bueno que pongamos ejemplos de miedos que nosotros mismos hayamos tenido de pequeños y de cómo los superamos. También se puede recurrir a cuentos que hay en el mercado sobre distintos miedos y cómo los protagonistas se enfrentan a ellos, así como a miedos que los niños hayan tenido de más pequeños y ya hayan superado.
-No reírse de los miedos. No ridiculizar, amenazar, asustar aun más ni castigar a los niños por sus miedos. No sólo no les ayuda sino que puede ser contraproducente.
-Hay que animarles a que se enfrenten a las situaciones temidas mostrándoles satisfacción por sus logros y haciendo que se enorgullezcan de ellos.
-Hay que ayudarles a distinguir el sentimiento de miedo de la existencia de un peligro real explicándoles esta diferencia. La repetición de estas explicaciones va a permitirles poco a poco ir haciendo suyos estos argumentos de modo que puedan decírselos a sí mismos cuando tengan que enfrentarse a miedos en ausencia de sus padres.
-En caso de que alguno de vosotros tenga el mismo miedo que el niño (tormentas, animales...) se recomienda no negarlo si lo pregunta e intentar servirle de modelo de afrontamiento.
-Evitar que los niños vean películas o programas con contenidos o imágenes reales muy dramáticas o atemorizantes.
En caso de que los miedos sean desproporcionados, persistentes, comiencen a entorpecer la vida cotidiana o el normal desarrollo de un niño, y las soluciones intentadas por vosotros no den el resultado esperado, se hace necesario consultar con un especialista, en este caso nostras como siempre nos ponemos a vuestra disposición.