¡Buenos días, familias!

Como ya sabéis en el colegio estamos llevando a cabo un proyecto desde el Departamento de Orientación para guiaros en vuestra labor como padres.

El pasado jueves, en nuestra primera reunión de la escuela de padres, comentásteis vuestro interés por conocer más sobre unos temas concretos, de ahí que hayamos creado este blog. Estos temas están relacionados, mayoritariamente, con la conducta de nuestros niños y con posibles situaciones que pueden afectar a los niños.
Cada entrada está planteada de manera que haya una breve explicación más teórica de la situación y otra parte en la que se proporcionan unas pautas orientativas.

Queremos dejar claro que cada niño y cada situación es diferente, por lo tanto, no se pueden tomar como si fueran “recetas mágicas” aplicables a todos.

Si consideráis que tenéis preguntas o algo no os queda claro, no dudéis en poneros en contacto con nosotras.
Estamos a vuestra disposición tanto en el despacho del colegio los miércoles y viernes de 11 a 13 horas, así como en nuestro correo electrónico (coleorientacion@gmail.com). Además, no dudéis en manifestar vuestras inquietudes en los comentarios del blog para que, entre todos, nos podamos ayudar.

Ya para despedirnos, recordar que cada dos semanas hacemos escuela de padres los jueves de 17.30 a 18.30 en el salón de actos.


Animaos a participar, ¡será divertido!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Cómo podemos ayudar en los estudios a nuestro hijo?

Ante las dificultades en el estudio es necesaria la colaboración de los profesores con la familia para orientar y complementar las estrategias de mejora en el aprendizaje (Barreiro, 2006).

En el ámbito familiar, los padres podemos ayudar a mejorar el trabajo y el estudio de nuestros hijos mediante las siguientes estrategias:

- Mostrando continuamente interés por el trabajo escolar.
- Revisando continuamente los cuadernos, trabajos de clase y calificaciones.
- Coordinándose con los profesores y unificando criterios educativos.
- Siendo realistas respecto a las aptitudes y posibilidades de nuestros hijos, adecuando las expectativas y demandas a las capacidades.
- Alentando la autoestima y la superación de dificultades; recompensando el esfuerzo, interés y trabajo.
- Ayudando a adquirir hábitos de estudio eficaces: disponer de un sitio de estudio adecuado, disponer de todo lo necesario para trabajar, hacer un plan y un horario de trabajo, etc.
- Establecer hábitos de vida saludable.

Ayudarles a superar la pérdida de un ser querido

Los padres queremos proteger a los hijos de las experiencias dolorosas y la muerte de un ser querido es la más dolorosa de todas, pero hablar de ello es totalmente necesario. Aquí os damos algunas ideas fundamentales sobre cómo ayudar a los niños a afrontar la pérdida de un ser querido.

- Como idea general se puede hablar de la muerte como un hecho natural, sin miedos, aprovechando por ejemplo la muerte de un animal doméstico. Se debe decirles que ya no volverá y que está bien que se sientan tristes por su muerte, pero que es mejor hablar de la tristeza que guardarla dentro, porque entonces la herida tardará en curar.
- Cuando tengamos que comunicarlo a los niños lo haremos con palabras sencillas, sinceras y sin miedo a decir “murió”.
- Convencerles de que la culpa de la muerte no la tiene nadie, ni la persona, ni el niño. La vida es así. La muerte es una de las cosas que no podemos controlar. Le ocurre a todo el mundo.
- Los adultos podemos y debemos llorar la muerte de los seres queridos y mostrar nuestras emociones ante los hijos. Cuando lloramos enseñamos a los hijos que está bien llorar y expresar el dolor.
- Es bueno contárselo a los profesores para que puedan ayudarles.
- En el caso de la pérdida de uno de los padres, los niños pueden reaccionar de formas diversas. Nuestra labor como padres es tranquilizarlos, decirles que no son responsables de lo que ocurrió, que siempre habrá alguien que los cuide y continuar poniendo normas y fijando límites.
- La mejor forma de ayudar a los hijos es ayudarte a ti mismo a asimilar tu proceso de duelo.


¿Cómo superar el momento clave de crisis, cuando nos ponen a prueba?

Aquí os vamos a enumerar una serie de medidas que pueden ayudarnos cuando nuestros niños “nos ponen a prueba”:

- No debemos caer en sus provocaciones, en su dialéctica: actuar. Cortar el “estallido” y no dar explicaciones inoportunas. Aplicar las técnicas de contención de ignorarlo, salir del escenario de la crisis y aplicar el “tiempo muerto”. Una vez superada la crisis aplicar las normas establecidas y las consecuencias sin más explicaciones y discursos inútiles.
- Mantener la calma y no poner cara de sorpresa.
- Mirarlo con tranquilidad, largamente, casi sonriendo, indicándole con la mirada que se “está pasando” y que no nos asusta.
- Seguir conversando con naturalidad con el resto de los miembros de la familia.
- Utilizar el sentido del humor todo lo que se pueda, pero no el sarcasmo, para relativizar la importancia de la crisis.
- Perseverar en esta actuación tantas veces como sea necesario hasta que se calme. Los niños son más perseverantes que nosotros. No desanimarse o pensar que es imposible conseguir algo.
- Confiar y creer en nosotros mismos, en nuestras posibilidades.



¿Es frecuente que los padres tengan opiniones diferentes sobre la educación de sus hijos?

Sí, desgraciadamente aún es frecuente escuchar expresiones como la siguiente: “Yo tengo que luchar todo el día con ellos, y su padre se dedica a malcriarlos, les compra cosas y les dice que soy una histérica”.

El comportamiento difícil de un hijo puede acabar uniendo más a la pareja o acentuando sus desavenencias. Con frecuencia, cuando los padres no están de acuerdo, uno se convierte en “bueno” y otro en “malo”. Por lo general uno permite que el niño haga lo que quiera y se pone de su parte y otro queda marginado. Frecuentemente el hijo está manejando a los padres para que discrepen, por lo que éstos pierden las riendas y el niño toma un poder excesivo. Esto no es bueno para el niño, ya que le da un sentimiento irreal de autoridad y porque la ausencia de un control efectivo genera ansiedad.

Lo ideal es el acuerdo entre los padres. Para esto hay que sentarse a hablar de los problemas hasta llegar a un acuerdo sobre las normas y las consecuencias derivadas de su incumplimiento. Todos los padres son capaces de hacerlo.


martes, 2 de noviembre de 2010

¿Los abuelos malcrían a los nietos?

Los abuelos tienden a ser sobreprotectores con sus nietos, a defender sus causas, hagan lo que hagan, y no quieren que se les riña, compleciendo todas su demandas y engendrando así, en ocasiones, en el niño el capricho y la utilización del chantaje.

Los abuelos no pueden destruir la labor educativa de los padres, sino que podrán colaborar con ella, siempre que los padres sepan ponerles límites a los abuelos. Cuando están todos juntos los abuelos deben respetar siempre las normas de los hijos a los nietos y evitar interferir, ya que es entonces cuando podrían surgir los problemas, puesto que se confundiría a los niños respecto a la autoridad paterna.

Muchas veces es bueno que los padres nos demos cuenta de la importancia que tienen los abuelos para los niños y apaguemos el televisor y el ordenador para que escuchen lo que cuentan los abuelos, ya que la “asignatura” que imparte un abuelo no se enseña en ningún otro sitio.



Como orientación general, diríamos a los padres que, simplemente, dejen a sus hijos estar con los abuelos porque pueden aportarles muchas cosas, pero siempre cuidando determinados aspectos como que pueden utilizar el chantaje afectivo (“si te quedas conmigo tendrás un premio, tu madre no te lo dará”). Esto hace que los niños aprendan una mala educación moral, ya que aprenderán a manejarse por interés. Además, las disputas conflictivas entre padre y abuelos crean un clima de nerviosismo y tensión familiar que no ayuda a la maduración emocional de lo niños y provocan en él un conflicto de lealtades para con sus mayores.
Aquí os dejamos además un vídeo de Aragón Televisión sobre este mismo tema: http://www.youtube.com/watch?v=EpkTOsIp-TY

Errores a evitar.

Son muchos los errores que cometemos en nuestra relación con los hijos y podemos aprender a evitarlos para ser mejores padres (Álava, 2002):

1. Ir de amigos en lugar de padres.
A sus amigos los elige él, a sus padres no. Necesitan que asumamos el papel y las funciones de padres, seguros y fuertes.
2. Intentar “comprarlos” haciendo de buenos y poniéndonos siempre de su parte.
Es la postura más cómoda pero tarde o temprano acaba teniendo consecuencias negativas para todos.
3. Protegerlos en exceso.
Es uno de los mayores errores que podemos cometer. Podemos facilitarles el camino, podemos, de vez en cuando, correr con ellos, pero no debemos correr por ellos.


4. Ceder para evitar males “mayores”.
Por supuesto que alguna vez hay que ceder en la relación con los niños, pero no podemos hacerlo por sistema. El hijo que es problemático aprende que “presionando” acaba consiguiendo todo lo que quiere y entra en una dinámica que es incapaz de superar. La mejor ayuda que podemos prestarle es nuestra tranquilidad ante su exigencia, nuestra seguridad ante su inestabilidad, nuestra firmeza ante su insistencia.
5. Creer que en cualquier situación con el diálogo todo se arregla.
Con los niños es muy difícil dialogar cuando están en medio de una discusión, están excitados, acaban de pelearse o cuando quieren engañarnos. Aprenderán a dialogar cuando nos vean seguros, cuando les ayudemos a cortar los estallidos emocionales irracionales y sientan que, una vez superados éstos, estamos dispuestos a dialogar tranquilamente.
6. Sacrificar a los otros hermanos y miembros de la familia.
Con frecuencia resulta más fácil sacrificar a los miembros más sociales y razonables de la familia en beneficio de los que muestran una actitud menos generosa y agresiva. Con ello premiamos al que tiene una conducta irracional en detrimento del que muestra una actitud más colaboradora, favoreciendo la proliferación de conductas déspotas y manipuladoras.
7. Negar lo evidente.
A muchos padres les cuesta ver que algo no marcha bien en casa con su hijo. Para evitarlo podemos escuchar, observar, dedicar tiempo, priorizar, hablar y ponernos de acuerdo con la pareja, incluso pedir ayuda. ¡Y para eso estamos nosotras!



8. Favorecer el consumismo.
Este error surge cuando de pequeños les damos todo lo que se les antoja. Tendremos que dar ejemplo los adultos con un “estilo de vida” y una escala de valores que prioricen las cosas sencillas, las relaciones personales y la posibilidad de pasarlo bien sin comprar nada.
9. Creer sus mentiras y caer en sus trampas.
El niño, en el fondo, necesita sentir que somos capaces de pillarlo. Podemos observar como descansa después de admitir la verdad y como estaba nervioso e inquieto cuando nadaba en un mar de mentiras. La observación y la cercanía serán los principales medios; el razonamiento, el sentido común y el sentido del humor harán el resto.



Reglas de oro para la educación de nuestros hijos.

Hemos encontrado en el libro de Manuel Armas una serie de ideas o reglas que os pueden servir a la hora de educar a vuestros hijos. ¡Ya nos diréis que os parece!

1. Ser más perseverantes que ellos.
Los niños necesitan ver nuestra seguridad y sentir la regla de oro de nuestra perseverancia que nos permite decir “no”. Sólo así conseguiremos que se tranquilicen, que sepan que ya no cederemos hasta conseguir que se calmen y empiecen a colaborar.
2. Los discursos sirven de poco.
Los niños no reaccionan ante nuestras palabras, sino ante nuestros hechos. Los discursos los aburren y los sobrepasan, provocando fuertes resistencias que se traducen en enfrentamientos innecesarios y desgastes estériles.

3. No volver a decir: “esta es la última vez”. Hay que actuar.
Esta idea sólo potencia lo que queremos corregir. Es preferible no decir nada, mirarlos con gesto de decepción y pasar tranquilamente a la acción, que comprueben que somos capaces de cumplir lo que tantas veces pactamos.
4. Unificar criterio y actuar con seguridad.
¡Qué difícil es ponerse de acuerdo! Conseguirlo con todo el equipo familiar y escolar es una hazaña. Los niños pueden ser auténticos expertos en manipulación cuando observan falta de unidad entre los adultos. Cuando los adultos manifestamos estas vacilaciones, dudas o contradicciones, el resultado final es la confusión del niño que se transforma en inseguridad y tiranía.
5. No podemos permitirnos bajar el listón, ni desanimarnos. Hay solución.
Muchas veces los padres y profesores nos sentimos agotados y sin embargo estamos cerca de conseguir nuestros objetivos. El cansancio y la desesperanza nos llevan a “bajar el listón” porque ya no nos quedan fuerzas. Hay que ser constantes y no desanimarse.



lunes, 1 de noviembre de 2010

Miedos infantiles.

Los miedos son universales (todo el mundo los presenta), instintivos e innatos, como pueden ser el miedo a los ruidos fuertes, a caer al vacío, etc.

Durante los dos primeros años de vida los temores van aumentando. El niño puede explorar su entorno teniendo más probabilidades de encontrarse con situaciones  peligrosas, desde las caídas sin importancia, sufrir sustos de personas extrañas, percances con animales como los perros y no digamos con coches que circulan peligrosamente a escasos metros de nuestros pequeños/as.

En el momento que empiezan a poder comunicarse con el habla, el desarrollo cognitivo cambia, así como la naturaleza de los miedos. Se pasa de los miedos a daños físicos a miedos de carácter social.
Los niños más pequeños tienen miedos a seres imaginarios, ruidos fuertes, al daño físico, a la oscuridad, a la separación de los padres, a la escuela, animales,...

El miedo se convierte en fobia infantil cuando el comportamiento no resulta apropiado a la situación:

1. Se evita el contacto de forma reiterada con el estimulo temido.
2. Es irracional.
3. Está fuera del control voluntario.
4. Es intensamente desproporcionada la respuesta de miedo.
5. No corresponde a la edad o estadio evolutivo.
6. Dura largos período de tiempo.



Lo más eficaz es mantener una actitud de serenidad y firmeza, evitando tanto sobreproteger como abandonar a los niños ante sus miedos ya que en cualquiera de los dos extremos lo más probable es que los miedos aumenten.

-Es bueno que pongamos ejemplos de miedos que nosotros mismos hayamos tenido de pequeños y de cómo los superamos. También se puede recurrir a cuentos que hay en el mercado sobre distintos miedos y cómo los protagonistas se enfrentan a ellos, así como a miedos que los niños hayan tenido de más pequeños y ya hayan superado.
-No reírse de los miedos. No ridiculizar, amenazar, asustar aun más ni castigar a los niños por sus miedos. No sólo no les ayuda sino que puede ser contraproducente.
-Hay que animarles a que se enfrenten a las situaciones temidas mostrándoles satisfacción por sus logros y haciendo que se enorgullezcan de ellos.
-Hay que ayudarles a distinguir el sentimiento de miedo de la existencia de un peligro real explicándoles esta diferencia. La repetición de estas explicaciones va a permitirles poco a poco ir haciendo suyos estos argumentos de modo que puedan decírselos a sí mismos cuando tengan que enfrentarse a miedos en ausencia de sus padres.
-En caso de que alguno de vosotros tenga el mismo miedo que el niño (tormentas, animales...) se recomienda no negarlo si lo pregunta e intentar servirle de modelo de afrontamiento.
-Evitar que los niños vean películas o programas con contenidos o imágenes reales muy dramáticas o atemorizantes.

En caso de que los miedos sean desproporcionados, persistentes, comiencen a entorpecer la vida cotidiana o el normal desarrollo de un niño, y las soluciones intentadas por vosotros no den el resultado esperado, se hace necesario consultar con un especialista, en este caso nostras como siempre nos ponemos a vuestra disposición.






Agresividad física

Normalmente no debe preocuparnos la conducta agresiva o violenta en los niños pequeños, porque es bastante normal. Es mucho más frecuente en los primeros años de vida y es hacia los cinco años cuando la mayoría de los niños emplean menos el negativismo, la rebelión o las acciones físicas de rechazo.

La conducta agresiva es un comportamiento dependiente de factores situacionales y organísmicos (del propio organismo del niño). Por eso, nosotros como padres somos responsables en gran medida de esto; dependerá de los refuerzos que haya recibido de nosotros. Es, por tanto, una conducta aprendida.

Hemos encontrado un vídeo muy representativo, basado en las investigaciones realizadas por Bandura: http://www.youtube.com/watch?v=J8scxHPRWLw

Aprendida de la sociedad (padres, profesores y otros adultos) que muchas veces no somos conscientes de que somos nosotros los portadores de la conducta agresiva ni de la gravedad de las consecuencias que ésta conlleva. Los niños aprenden en general por modelado e imitación, de manera que si un niño ve que alguno de nosotros presta atención a su hermano si éste pega a otro niño, observará que la agresividad de ese niño ha dado buenos resultados, puesto que se ha ganado la atención de sus padres. Así, muchas veces reforzamos la agresividad de nuestros hijos sin percatarnos de ello. Mayoritariamente el niño con mala conducta es castigado y recibe de esta manera cierta atención por nuestra parte, mientras que el niño bueno no es castigado pero tampoco premiado, es decir, no recibe atención. Sobresale la agresión frente a la buena conducta.


Por otra parte, debemos tener en cuenta que utilizar el castigo físico para reprender una conducta agresiva puede ser contraproducente. Primero, porque dar un azote a un niño para decirle que no se debe pegar es toda una contradicción; así estamos modelando la conducta que deseamos eliminar. Le enseñamos de esta forma que la agresión está permitida con tal de que el agresor sea mayor y más fuerte que la víctima. En ningún caso y bajo ningún pretexto, debemos dejar que desde pequeño el niño consiga lo que desea cuando patalea, grita o empuja a alguien. Como portadores de conductas civilizadas, debemos esperar a dárselo cuando lo pida de forma calmada. Si el niño no ha tenido la oportunidad de aprender cómo se pide calmadamente las cosas, debemos enseñarle a hacerlo y reforzar esta actitud con una sonrisa, o un "así me gusta". Es importante reforzar siempre cualquier intento que el niño, aunque muy pequeño, muestre de comportarse adaptativamente en situaciones conflictivas, para que él identifique que es ésa a buena conducta que nosotros esperamos de él y no la conducta agresiva.

Además, como algo puntual que no existía hace años –o por lo menos no como lo hace en la actualidad– es necesario tomar en cuenta la gran responsabilidad que tienen los medios de comunicación de masas en las conductas agresivas. La televisión es algo que debemos controlar. No podemos poner la televisión y dejar al niño delante de ella para que vea lo que quiera, sino que se hace necesario restringir series, películas o anuncios en los que aparezcan conductas indeseables, como es el caso de la agresiva. ¡Recordemos que nuestros pequeños aprenden lo que ven! Lo mismo ocurre con los videojuegos, ya que al utilizarlos, los niños deben comportarse de forma agresiva (matando al contrincante, por ejemplo) si quieren ganar el juego. Esto pueden tomarlo como una forma de vida y una manera de llegar a sus objetivos y al poder.

Esta noticia que apareció publicada ya en el 2001 ratifica lo dicho anteriormente: http://www.psiquiatria.com/noticias/trastornos_infantiles/pacientes_y_familiares278/prevencion1/3894/

Por último, existe un error en la concepción de la agresividad y es que está socialmente valorada. Esto quiere decir que muchas veces en las aulas el que más pega es el más admirado e incluso el líder. Nuestra labor como padres es hacerle ver a nuestro hijo que hay otras alternativas de expresión y de solución de conflictos. Y... ¿qué mejor manera que predicar con el ejemplo?

Si esta información resulta insuficiente o queréis obtener información complementaria, os dejamos una página que hemos encontrado que es bastante interesante: http://www.intoleranciadiario.com/2009/despliegue-noticia.php?Noticias-Puebla-Especiales--Agresividad-infantil&id=64037 Además, como podéis ver es muy actual (año 2010).

La depresión y el retraimiento infantil.

La depresión y el retraimiento en los niños no es algo habitual y menos en la etapa de Infantil. Debido a que el año pasado hubo demandas acerca de este tema, hemos considerado oportuno incluirlo. Esto suele darse sobre todo en situaciones concretas, no como algo espontáneo.
Es importante, antes de adentrarnos en este tema, que tengamos presente que la depresión y el retraimiento social no son sinónimos, aunque estén relacionados y ambos puedan aparecer a lo largo de la infancia.

La depresión puede ser considerada como síntoma, y como enfermedad en sí misma. Como síntoma, implica que nuestro hijo parezca triste o se queje de estarlo, que llore fácilmente, que esté solitario, desesperado o pesimista. A ello se asocia el mal humor, la irritabilidad y las ideas autodespectivas.
Como enfermedad, se caracteriza por un estado de ánimo disfórico (lo contrario de eufórico) que se produzca durante más de dos semanas, y que altere el funcionamiento cotidiano de nuestro niño.
Además aparecen estos síntomas: poco apetito, trastornos del sueño, pérdida de energía, agitación o enlentecimiento psicomotor, pérdida de interés, culpabilidad inadecuada, pensamiento enlentecido, etc.
¿Por qué puede haberse producido? Por haberse expuesto a una pérdida real o imaginaria, porque haya fracasado en lograr una meta deseada o por ser incapaz de defenderse de un entorno agresivo.
Existen dos tipos de depresión: la exógena y la endógena. La exógena viene causada por circunstancias externas a nuestro niño, y la endógena aparece sin causa externa aparente, siendo ésta última más difícil de tratar.


El retraimiento social se caracteriza porque el niño tiene una frecuencia relativamente baja de interacciones con sus compañeros, bajos niveles de aceptación, y de altos niveles de rechazo por parte de sus iguales.
Sin embargo, no es retraimiento social el aislamiento que vive un niño a consecuencia del rechazo de sus compañeros, ya que  el niño no lo busca.

Tanto la depresión como el retraimiento son problemas que se tienen que tratar individualmente, teniendo en cuenta las características de cada niño en concreto. Así que si lo detectáis en vuestro niño, poneos en contacto con nosotras. De todas formas, recordamos que estos problemas son muy poco habituales en niños de 3 a 6 años.


Aquí os dejamos también un vídeo muy interesante del psícologo infantil Jose Manuel Bonet sobre la depresión infantil y cómo detectarla,.

http://www.youtube.com/watch?v=kk3Fh5xGGUU

¿Y si todavía se orina?

Hoy vamos a tratar un problema bastante común, se calcula que alrededor de un 20% de los niños de cinco años la padecen, que puede afectar a nuestros hijos: la enuresis. Pero… ¿qué es? Pues ni más ni menos que cuando nuestros niños se orinan involuntariamente.

Vamos a diferenciar entre enuresis primaria y secundaria:
La primaria, es cuando nuestro niño no ha aprendido todavía a controlar su esfínter urinario. La secundaria se da cuando después de que lo haya controlado, por lo menos, durante seis meses reaparece la incontinencia. Esta reaparición suele venir asociada a algún problema o situación que haya producido en el niño ansiedad, como por ejemplo el nacimiento de un hermano. Por lo tanto, este tipo de enuresis no la debemos tratar directamente, sino ir más allá y descubrir cuál es la situación o el problema que la ha causado, y ayudarle a superarlo.


Por otra parte, la enuresis primaria no hay que considerarla como algo preocupante hasta los cinco años, pues en esta edad, ya debe tenerse un total control sobre los esfínteres, y la enuresis debe remitir espontáneamente.
Se puede dar el caso que durante el día nuestro niño retenga la orina durante el día, pero no mientras duerme. A esto se le llama enuresis nocturna (es un subtipo de la enuresis primaria).

¿Por qué se produce? Existen diferentes explicaciones de porqué se produce la enuresis nocturna: que tenga la vejiga reducida, que tenga un sueño profundo, por conflictos subyacentes, por ansiedad, entre otros.
El mejor método para corregir esta enuresis es el de la alarma urinaria o “pipí-stop”, consistente en un detector que despierta al niño cuando moja la cama, de forma que va aprendiendo las sensaciones que preceden la micción nocturna, y la asocie con el desagradable sonido de la alarma.
Otros métodos serían darle algún medicamento que reduzca la profundidad del sueño, o bien adiestrar al niño durante el día en técnicas de retención que aumenten la capacidad de la vejiga de la orina.

Puede ser habitual que haya algún niño con enuresis en la clase de Infantil. Este tema tiene que tratarse con naturalidad ante los otros niños. Como padres, os pedimos que de ser así tratéis el tema con naturalidad, y que en ningún momento pongáis en evidencia al que la padece, ya que al aumentar su ansiedad no haremos otra cosa que incrementar el deseo de orinar del niño.

El juego

El principio VII de la Declaración de los Derechos del Niño contempla el derecho de estos a jugar. Como padres es importante que encontremos tiempo para dedicar a jugar con nuestros hijos, porque el juego infantil nace en el seno de la familia, es el aprendizaje de la futura vida en comunidad y el niño mediante el juego aprende a conocerse a sí mismo y a comprender a los demás. Le permite también conocer sus posibilidades, sus limitaciones, su altruismo, su capacidad de acción individual y en equipo. Es bueno acompañar a nuestros hijos en el juego para conocerlos más y comprender mejor todos estos aspectos.

A esta edad, nuestros hijos van a comenzar a experimentar el juego simbólico. Es decir, los niños comienzan a poder representar aquello que no está presente. En este tipo de juego, los objetos se transforman para simbolizar otros que no están presentes. Entre los 2 y los 7 años, irán evolucionando desde el juego individual o en paralelo (que es cuando dos niños juegan al mismo juego a la vez pero no juntos), hasta el juego protagonizado, en el que llegarán a desarrollar complejos guiones, en los que intervendrán varios niños y utilizarán para su despliegue todos los elementos útiles que se encuentren en su mano.

Os dejamos también un video que puede ayudar a comprender mejor qué es el juego simbólico y su importancia:http://www.youtube.com/watch?v=t-p0vTulkm8&p=2B52218D24795E3E&playnext=1&index=7

Enganchados a las pantallas

Lo primero que tenemos que entender como padres es que nuestros hijos ya nacen en una sociedad ciberconectada, de la cual hemos de saber sacar todo el provecho posible y evitar “enganches” desde los primeros años de vida.
Por ejemplo, en el caso de la televisión, tenemos que priorizar las charlas con nuestros hijos, e incluso la participación en sus juegos, frente al uso de la televisión. Ella ha reemplazado en muchos casos a la familia como transmisora de afectos y modelos de vida.

Además, la Asociación Española de Pediatría está alertando a los padres de que “los niños por debajo de los tres años no pueden estar delante de ninguna pantalla”. Esto se debe a que puede provocar alteraciones en la maduración cerebral de los menores, predisponiéndoles a trastornos como el TDAH (Trastornos de Déficit de Atención e Hiperactividad).

Es importante tomarse en serio la supervisión del tipo de pantallas que consumen nuestros hijos y del tiempo que dedican a ellas. El ordenador ha de estar en un lugar de la casa a la vista de todos y el televisor en un lugar comunitario.
Como padres, debemos tener cuidado con nuestros propios hábitos con las pantallas, porque serán adoptados por nuestros hijos.